Resumen
La figura del gran tenedor de viviendas ha sido objeto de una prodigiosa inflación normativa y de una asombrosa falta de coherencia en su definición y consecuencias jurídicas. El legislador, incapaz de articular una definición única y operativa, ha ido improvisando conceptos fragmentados según convenga al proceso, la transmisión, el arrendamiento, el registro o la fiscalidad, generando un laberinto legal que dificulta la labor de notarios, profesionales y ciudadanos. La introducción de las “zonas de mercado residencial tensionado” y la proliferación de registros y obligaciones sancionadoras no han hecho más que añadir grados de confusión e inseguridad, con evidentes repercusiones sobre el mercado inmobiliario y sobre el ejercicio de derechos fundamentales. Este artículo repasa con espíritu crítico las contradicciones, vacíos y paradojas del “gran tenedor”, reivindicando la necesidad de una reflexión legislativa serena que restituya la seguridad jurídica y la racionalidad a un sector vital para la convivencia y la economía.

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